Nuestra tienda usa cookies para mejorar la experiencia de usuario y le recomendamos aceptar su uso para aprovechar plenamente la navegación.
Más información Gestionar cookiesDFAYM49
Nuevo producto
La batalla de Agincourt ocurrió un 25 de octubre de 1415, día de San Crispín, junto a una aldea del norte de Francia llamada Azincourt (Agincourt para los ingleses). Por tercera vez en el curso de la Guerra de los Cien Años se enfrentaban ingleses y franceses en una gran batalla campal.
Este producto ya no está disponible
Advertencia: ¡Últimos artículos en inventario!
Disponible el:
Si compras este producto puedes ganar hasta 1 Punto de fidelidad. Tu cesta tiene un total de 1 Punto de fidelidad que pueden convertirse en un vale descuento de 0,10 €.
Las dos anteriores –Crécy (1337) y Poitiers (1356)– habían resultado en estrepitosos fracasos franceses. Esta vez, sin embargo, la aplastante superioridad numérica francesa vaticinaba una fácil y rápida victoria sobre los invasores ingleses. ¿Sería así? En este tercer número de la serie dedicada a la Guerra de los Cien Años analizamos el periodo que dista entre los años 1360 y 1420, entre las paces de Brétigny y Troyes. Un periodo sangriento y fascinante, en cuyos primeros años asistimos a una clara recuperación francesa –durante el dinámico y exitoso reinado de Carlos V el Sabio–, reconquista de territorios, cabalgadas inglesas frustradas e incluso una crisis política que conducirá a una revuelta campesina en Inglaterra (1381). En la segunda mitad de este periodo, sin embargo, la fortuna da la espalda a Francia, en cuyo trono sienta a un rey totalmente incapaz (Carlos VI el Loco) primero a causa de su corta edad, después por su enajenación mental. Esta circunstancia alimenta la división de los miembros de la nobleza francesa en dos grandes facciones, borgoñones y armagnac, en competición constante, a menudo sangrienta. La debilidad política resultante de la corte francesa sirvió, a su vez, de estímulo para que un nuevo rey inglés, Enrique V –quien contrariamente a su homólogo francés sí gozaba de estabilidad política en su reino–, se animara a lanzar los dados y desembarcara en Francia en 1415, al frente de un poderoso ejército. Los sorprendentes hechos que se produjeron entonces y el contundente desenlace de la batalla de Agincourt asombrarían al Occidente cristiano hasta nuestros días, inmortalizados en la célebre obra teatral de Shakespeare: Enrique V.